En mi experiencia, mantener la superficie de cuarzo en la cocina puede parecer una tarea complicada. Sin embargo, con un poco de conocimiento, es más sencillo de lo que uno podría imaginar. El cuarzo es un material extremadamente duradero, compuesto en un 90% de cuarzo natural, lo que le confiere una resistencia excepcional a los arañazos y las manchas. Esto significa que, a diferencia de otras superficies como el mármol o el granito, no requiere ser pulido con tanta frecuencia.
Una de las razones por las que muchas personas eligen el cuarzo para sus encimeras es su mantenimiento relativamente bajo. No necesita ser sellado cada seis a doce meses, como otros materiales. Con un simple paño húmedo y un limpiador suave, es suficiente para mantenerlo en óptimas condiciones. Esto te ahorra tanto tiempo como dinero en productos especializados. Sin embargo, a veces es necesario pulir para devolverle su brillo original, sobre todo si han pasado varios años desde la instalación.
He escuchado de expertos en la industria que recomiendan un pulido profesional cada cinco a diez años, dependiendo del uso y del tipo de actividades que realices en tu cocina. Esto puede parecer mucho tiempo, pero recuerda que el cuarzo está diseñado para soportar el uso diario. Empresas especializadas, como Cosentino, han desarrollado guías sobre cómo mantener estas superficies impecables a lo largo del tiempo.
Nada se compara a la primera vez que ves la brillantez de una encimera de cuarzo recién instalada. Por eso, a veces es recomendable pulir para restaurar ese acabado deslumbrante. A modo de referencia, un procedimiento de pulido profesional puede tener un coste que oscila entre 150 y 300 euros, dependiendo del tamaño de la superficie y del estado general de la misma.
Si alguna vez te preguntas si deberías hacerlo tú mismo o contratar a un profesional, considera el equipo necesario. El proceso de pulido requiere herramientas específicas, como una pulidora de velocidad variable y almohadillas de diamante. Además, la técnica correcta es crucial para evitar causar daño. Para aprender más sobre cómo hacerlo, puedes consultar estas técnicas de pulido.
En definitiva, no necesitas obsesionarte con el pulido regular, pero sí estar atento a la apariencia general de tu encimera. Una limpieza regular y, de ser necesario, un pulido ocasional, te permitirán disfrutar de su belleza y funcionalidad durante muchos años.